En esta sesión he querido mostrar a traves de las fotografías como muchas personas intentan borrar o hacer desaparecer decisiones tomadas en el pasado, y que en la actualidad les hacen sentir mal. En este caso la modelo, Gísela Solà, esconde sus tatuajes realizados durante toda su vida, utilizando una pintura blanca para pintarse su piel y hacerlos desaparecer. Esta metafora, nos lleva a la idea de que el proceso de cambio de ideas y pensamientos esta permanentemente en nuestras vidas, y que aquello que hoy creemos que es lo correcto, de aquí un tiempo lo veremos diferente.
Tapar o esconder errores del pasado puede surgir de varias motivaciones profundamente humanas. A menudo, las personas buscan evitar el dolor que estos recuerdos pueden causar, tanto en su vida personal como en su reputación social o profesional. El miedo al juicio y a las posibles consecuencias que estos errores puedan acarrear a nivel emocional o práctico lleva a muchos a ocultarlos. También está el deseo de proyectar una imagen perfecta, ya que en una sociedad que valora el éxito y la pulcritud, cualquier falla puede percibirse como una debilidad o una mancha difícil de limpiar.
Esto se ve reforzado por la necesidad de aceptación y de evitar las críticas que puedan surgir al exponer los errores. En el ámbito profesional, los errores pueden incluso poner en riesgo oportunidades, prestigio o la credibilidad, lo cual motiva a muchas personas a guardarlos bajo llave. Sin embargo, si bien esconder los errores parece una estrategia de autoprotección, a largo plazo puede ser más perjudicial que asumirlos, aprender de ellos y, eventualmente, superarlos.
Algunas fotográfias de la sesión:
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